Samuel León Cáceres es un reconocido profesor e investigador de historia de Valparaíso. Inquieto, optimista, creativo. Siempre ocupado en sus recortes de diarios, archivos de prensa y fotografías antiguas, nunca deja de pensar en proyectos de recuperación de la historia urbana, desde los más inviables, hasta otros que con los años, se han hecho realidad.

Durante su etapa más reciente concreta a su haber la publicación de sus investigaciones: “Historia de la Postal en Chile”, “Los Antiguos Hoteles del Puerto de Valparaíso”, de la colección monográfica Valparaisología; “Valparaíso sobre Rieles”, colección monográfica Valparaisología; “Fotógrafos Anglosajones en la Iconografía de Valparaíso”, “El Legado Británico en Valparaíso”, Ril Editores y recientemente “Valparaíso on Rails”.
También destaca otras de sus publicaciones: : «La Bohemia de Medio Siglo», editado en 2018 y «Valparaíso Torero», editado en 2019. » En esa publicación tocamos las tres plazas de toros que tuvo Valparaíso y la plaza de toros de Viña del Mar, actividad siempre prohibida, pero que siempre se reactivó y se extinguió en 1904. En estas plazas se imitaba la estructura de las corridas que se realizaban en España, pero con la salvedad que matar al toro estaba prohibido. Al animal se le clavaba una banderilla en el punto crítico durante el «tercio de muerte» . Lo especial es que se incluía un cuarto espacio (los «Toreros Gordos») , verdaderos payasos que entretenían a los niños al presentarse con el ropaje relleno de cojines para hacerse revolcar por los toros.», señala Samuel León.
Vive justo frente el mar casi en la frontera entre Viña del Mar y Valparaíso, desde allí, supervisa con la mirada, las mareas, las migraciones de las aves y la inexorable decadencia de la ciudad puerto.
Este proceso de decadencia suena nostálgico y poético, pero también es triste y real. Frente a su balcón, el profesor Samuel León, advierte cómo Valparaíso cambia cada día, avanza hacia un futuro incierto y de a poco, pierde algo de su patrimonio y de su historia: una casa se incendia, se derrumban otras, se pierde mobiliario urbano, la gente se olvida de la historia…..
Temas eternos: pobreza, tragedias, insalubridad
Nos cuenta sobre sus motivaciones: “He dedicado mucha investigación al patrimonio urbano de Valparaíso. Los chiflados somos como 12 a 13 y teníamos mucha intensidad, pero nunca logré que nos asociáramos para hacer un centro referencial de investigación. Porque este tema hay que hablarlo sin eufemismos ni tapujos, Valparaíso da para todo y su tratamiento es desde un montón de puntos de vista, no se trata solo de pintar casas o pasar multas a los que rayan”.
“Hubo momentos en que estuve investigando la prensa, los archivos de El Mercurio, me iba varios días a investigar y entonces, te das cuenta que los temas son eternos; la pobreza, la inmundicia, la suciedad, tragedias, insalubridad, desde hace mucho tiempo. Su estructura morfológica da pie para que pasen tragedias”.
Siglo 19: de oro. Siglo 20: siglo perdido
Samuel León señala que Valparaíso es mucho más que el denominado siglo de oro de la ciudad, que hay que investigar y profundizar aún más el pasado “La gente que investiga su historia se dedica al siglo XIX, como siglo de oro y el surgimiento del puerto y las actividades comerciales. En tanto, el siglo XX es el siglo perdido, todo cambia absolutamente, nunca se va la pobreza, pero viene la declinación de la ciudad, en 1904 con tremendas epidemias hasta 1905: la viruela, el sarampión y gran cantidad de víctimas. En 1903 se viven grandes conflictos laborales con muertos y revueltas, 1906 es el año del terremoto. Y luego en 1914, se abre el Canal de Panamá, se avecina la Primera Guerra Mundial. El comercio alemán local es boicoteado por los ingleses locales y el tráfico marítimo se interrumpe, aquí había bancos alemanes e ingleses. Luego, llegamos al año 1920, el salitre cae, Valparaíso pierde actividad, aunque hay algunos renacimientos, por ejemplo, los salitreros croatas se vienen a Valparaíso, fue una colonia chica y poderosa, pero eso no salva a la ciudad. Luego viene la crisis de 1929 en la economía mundial y esta economía se va a las pailas y después…. nunca más.”

Hotel Aubry de Valparaíso, foto del estudio del francés Emile Garreaud destacan por retratar la modernización de Valparaíso ( Biblioteca Severín)
¿Cuál fue el gran acierto de la ciudad en el denominado siglo de oro que levantó la ciudad?, ¿la actividad portuaria?
“El puerto más cercano a Europa era Valparaíso, por el Estrecho de Magallanes o el Cabo de Hornos, entonces, los países post revolución industrial y con alta capacidad manufacturera vinieron a vender sus productos, ya que nos estábamos liberando de España. El año 1811 se declara la libertad de puertos y en 1820 se designa a la ciudad como «entrepôt», que es almacén de depósitos , eso les parece fantástico a los gringos y en 1833, se crean los almacenes francos donde se pueden traer mercancías pagando solo almacenaje, sin obligación de internar, se permitía estar tres años en almacenaje franco y tenía muchas ventajas. Valparaíso era sensacional en su condición portuaria, por lo que se abren muchos negocios, se vienen las navieras, bancos, y se dan hasta guerras arancelarias. Llega gente de todos lados, la pobreza siempre está, la suciedad y escasez, y al mismo tiempo, la ciudad va creciendo demográficamente, se dispara a cifras increíbles. En 1838, los alemanes crean el primer Club Alemán en la Plaza Echaurren, nacen los primeros colegios franceses de la orden de los Padres Franceses, en 1877 ó 59 llega el Colegio Mackay y el Colegio Alemán, que nace en el edificio donde está el Diario La Unión y luego se va al Cerro Concepción, aparece la Iglesia Anglicana, la Iglesia Luterana, en fin”

Primeros almacenes fiscales de Valparaíso
¿Cuando señala que nunca más volvió el resplandor a la ciudad, profesor, qué pasó?
“Uno empieza a mirar qué pasó con ese impulso, mucha gente cambió Valparaíso por Viña o Santiago y sin embargo, Valparaíso seguía dando destellos, que aún era el gran puerto del Pacífico y atraía a los cesantes del salitre, y cambia todo el plano socio cultural de la ciudad, económico. Luego lo veo mucho, pero mucho más adelante y renuevo mi rabia con los alcaldes de los últimos 40 años, en que el municipio se convierte en una vitrina para una carrera política bien rentada. Vi cero compromiso, cero conocimiento, cero amor por la ciudad, fue una destrucción progresiva. El olvido es a todo nivel y sumamos una horrible clase política desde hace mucho, que deriva en esta crisis que es económica, laboral, empresarial, social, cultural, política, económica. Además, están las creencias: Valparaíso no es una ciudad patrimonial como muchos creen, es una ciudad con un sitio patrimonial demarcado, que es
distinto”.
¿Es decir que no tenemos un amor real por la ciudad?
“No veo amor declarado de sus habitantes y creo saber por qué. En mi juventud recorría rincones y cerros, conocí 17 ascensores de los 18 que había y me di cuenta que era una ciudad irrepetible con ranchos, conventillos, casonas maravillosas, es una cuestión increíble, con una Avenida Alemania que acintura la parte alta de la ciudad. Hace unos 40 años organizamos un equipo de investigación urbana y fuimos a los llamados cerros (en realidad no son cerros, se trata de una terraza litoral con sus respectivas quebradas). Una vez estábamos conversando con un vecino sobre el barrio y al despedirnos, le decimos “un gusto conversar con un buen porteño” y él replica, «no señor, yo soy baronino» es decir, del Cerro Barón y luego en otra oportunidad, otro vecino nos corrigió que él era playanchino; otro, placerino o esperanzino. Eso me hizo sentido, sobre todo porque el 85% de la gente vive en la parte alta de Valparaíso, por lo tanto, el cerro es un barrio aldea y la identidad está con el cerro. Antes, las familias bajaban al llano, al paseo dominical, era una especie de patio común de esparcimiento, pero la identidad estaba arriba, donde estaba la escuela, la parroquia, el club deportivo”
¿Hay mucha ficción en torno a Valparaíso? ¿Mucha imagen falsa asociada a una promoción turística tal vez?
“Hay harto mito, que es una mezcla entre verdad y mentira, de ignorancia, hay cosas increíbles, para qué hablar de los guías turísticos, dicen cada cosa! Algunos atribuyen por ejemplo, el nombre del ascensor Reina Victoria, a la inauguración de la misma Reina, ¡imposible que la Reina Victoria se levantara de su tumba para inaugurarlo en 1903!, hay mucha tontera, (risas). En su momento, propuse profesionalizar a los guías turísticos, pero al municipio no le interesó, el alcalde me derivó a otro funcionario que nunca mostró el menor interés, no me interesaba si me pagaban o no, pero la idea era que hiciéramos esos talleres para que todos tuviéramos la misma información, nunca pasó nada”
¿Y entonces cómo nos levantamos o ya es tarde?
“Yo veo distintas capas de ciudadanos, tenemos una capa que son los porteños antiguos, generaciones empobrecidas, vemos cierre de locales por doquier, locales quemados (por ejemplo, el edificio Texier, la que fuera la sastrería Xuga, supermercados y otras tiendas), y no vemos nada de recuperación de espacios, se quema algo y ahí queda el hoyo. Cuando ves un espacio rayado, quemado o sucio, sabes que eso es abandono. Además, está esa decadencia sostenida asociada a proliferación de malls, negocios chinos, negocios de cosas de mala calidad, de casinos chicos. Vemos pobreza, gente sin esperanza, sin arraigo, es imprescindible recuperar el sentido del valor de lo que es patrimonio, transmitir identidad común. Nosotros quisimos hacer talleres de patrimonio a las Juntas de Vecinos o a las Escuelas, pero a algunos alcaldes no les gustó que nos metiéramos ahí. Finalmente, creo que además de temas de educación, las medidas deben ir todas juntas: seguridad, sociales, justicia, inversiones, fortalecer juntas de vecinos, crear más espacios de deportes en los cerros, sancionar las incivilidades, recuperar espacios en las poblaciones, recuperación de barrios, etc, todo a la vez”



