“Fragmentos, Awya Yala”: la fusión entre lo ancestral y lo contemporáneo

Tras una década de trabajo, Fragmentos, Awya Yala —una obra musical que une el patrimonio sonoro de los pueblos originarios con la música contemporánea— llega finalmente al público. Su origen está en una profunda investigación, el cruce de disciplinas y estilos, y un mismo hilo conductor: el amor por la música.

Este proyecto surge del encuentro entre el extenso trabajo de recopilación de relatos y cantos de comunidades Aymara, Mapuche y Rapanui realizado por Emile Legov (Germán Vogel), y la exploración, creación y grabación liderada por Viviana Morales y su agrupación Vivi y Los Reptilianos. Morales, cantautora, investigadora y discípula directa de Margot Loyola, encabeza así un proyecto que aúna rigurosidad etnomusicológica y libertad creativa.

El resultado es una apuesta que tardó diez años en concretarse: una fusión entre la esencia musical de los pueblos originarios y sonoridades del rock contemporáneo, el jazz y otras corrientes modernas.

“El disco vino de manera natural”, explica Viviana Morales. “Siempre he trabajado con música tradicional, folclore y pueblos originarios, pero en los ensayos con los chicos del grupo aparecían sonidos de rock, a veces por broma. De pronto, esos mundos comenzaron a dialogar de forma orgánica, y el resultado fue esta fusión que conserva lo ancestral, pero también se atreve a lo contemporáneo”. El álbum, financiado por el Fondo para el Fomento de la Música Nacional del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Convocatoria 2025, toma como punto de partida los textos inéditos de Vogel, un investigador argentino-chileno de 80 años que dedicó décadas a recopilar relatos y cantos de diversas comunidades. La obra se transformó en una creación colectiva donde confluyen instrumentos tradicionales —kultrún, pifilka, quena y zampoña— con batería, bajo y guitarras eléctricas.

“Era muy importante respetar el sentido de cada sonoridad”, señala Morales. “Por ejemplo, en la tradición mapuche no puedes usar el trompe en cualquier tema, porque es un instrumento para el amor. Todo eso lo cuidamos con mucho rigor, pero también con libertad creativa”.

Herencia e influencias

Formada en el Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Viviana Morales tuvo un encuentro decisivo con Margot Loyola, quien marcaría su camino artístico. “Fue la primera persona que me puso las manos en el arpa. Me apadrinó, me enseñó, me llevó a sus investigaciones y me integró a su conjunto folclórico. Ella veía en mí algo más, y me enseñó que el folclore es una forma de vivir, no un museo”, recuerda.

Esa enseñanza —la de una maestra innovadora y visionaria— se percibe con fuerza en el disco, donde lo ancestral se actualiza sin perder su raíz. “Margot siempre fue punta de lanza. Muchos pensaban que era purista, pero hacía cosas que el resto no se atrevía. Yo me siento continuando esa línea: no abandonar lo tradicional, pero permitirle dialogar con el presente”.

Música, danza y territorio

El lanzamiento de Fragmentos, Awya Yala incluye un componente escénico de danza contemporánea, desarrollado junto a la Fundación Cultural Culpuhue de Quilpué, que ha coreografiado parte del repertorio. “Ellos han creado piezas bellísimas, con elementos tradicionales y danza contemporánea. El próximo año montarán los diez temas del disco. Es una puesta en escena que reúne música, investigación y movimiento”, comenta Viviana.

Las próximas presentaciones se realizarán el 8 de noviembre en San Fernando, 15 de noviembre en Quillota y 28 de noviembre en Concón, todas con entrada liberada. El disco estará disponible en Spotify y YouTube en las próximas semanas.

Patrimonio vivo

Para Morales, la misión es clara: mantener vivo el patrimonio musical y acercarlo a las nuevas generaciones. “Cuando trabajo con niños y jóvenes de la universidad, todos se encantan. El folclore no ha perdido vigencia; lo que falta es difusión. Hay mucho talento y compromiso, pero los espacios culturales aún son difíciles de acceder. La música patrimonial sigue siendo vista como de nicho, y eso es lo que queremos cambiar”.

En tiempos donde el ruido digital muchas veces ahoga las expresiones más profundas, Vivi y Los Reptilianos levantan una voz que conecta pasado y presente, raíces y electricidad, lo local y lo universal. Una voz que recuerda que la herencia de Margot Loyola sigue vibrando —con fuerza, con guitarras, con kultrunes— en el corazón del Chile contemporáneo.

Viviana Morales y Los Reptilianos

Viviana Morales es investigadora musical, Magíster del Plan de Formación de Directores de Excelencia y postulante al Doctorado en Artes Integradas de la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso. Además de ser discípula de Margot Loyola Palacios, ha sido reconocida por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio por su aporte a la música regional. Su trayectoria destaca por la interpretación de repertorios tradicionales del folclore chileno y de música étnica, abarcando diversas áreas culturales del país, tanto en el canto como en la ejecución de múltiples instrumentos. Actualmente se desempeña como académica de Cultura Tradicional en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

La agrupación Vivi y Los Reptilianos se define como un conjunto que basa su identidad en el rescate y reconocimiento de la cultura y el patrimonio musical de los pueblos originarios. Su sello radica en fusionar esas raíces con sonoridades actuales mediante arreglos propios y la incorporación de instrumentos contemporáneos como batería, bajo eléctrico, guitarra eléctrica, guitarra electroacústica y charango —este último ejecutado también por el baterista en algunos pasajes del disco—.

Entre los instrumentos de origen ancestral utilizados se encuentran el kultrún (tambor ceremonial mapuche), la pifilka (viento mapuche), el trompe (instrumento asociado al amor en la tradición mapuche), la quena (flauta andina), la zampoña (aerófono altiplánico), el bombo (percusión folclórica) y el ukelele, de origen polinesio pero reinterpretado en clave latinoamericana.

En total, el grupo trabaja con diez músicos en escena, y nueve participaron en la grabación del álbum.